1. introducción
A finales del siglo XIX se observa en Europa y América corrientes de ideas de tipo inconformista o disidente. Poseen un marcado signo antiburgués aunque nazcan en el seno de la burguesía. En las artes y en las letras cunden los impulsos renovadores. En España las ansias de renovación se producen en medio de la decadencia política y cultural. En Hispanoamérica se vive con fuerza el deseo de alejarse de la literatura vigente de la antigua metrópoli.
La denominación del Modernismo parece que nació de una actitud de protesta de una serie de poetas y artistas contra la literatura y cultura anteriores. Fue una tendencia general que alcanzó a todo.
La publicación de “Azul” de Rubén Darío, junto con su personalidad, sentaron una verdadera escuela que abrió la puerta al Modernismo, aunque es debatida su nacionalidad, no siendo un producto exclusivo de los pueblos hispanos sino debido a una crisis universal.
Los primeros modernistas bebieron en fuentes, principalmente francesas, partiendo desde el romanticismo: Víctor Hugo fue fundamental en la obra de Darío.
En España la renovación vino de manos noventayochistas, abriéndose paso a finales del XIX y fundamentado, tanto en la tradición española como en la foránea, de la que heredó el simbolismo o huida del positivismo y realismo, es decir, el valor de los objetos como símbolo e intuir o evocar realidades. En España predominio de lo íntimo: menos princesas, cisnes y sonoridades rotundas. Pero es mucho lo que nuestros autores han aprendido de Rubén: temas, vocabulario y ritmos.
Juan Ramón Jiménez fue uno de los campeones del Modernismo, aunque con anterioridad hubo intentos serios como los de Salvador Rueda, Benavente, Valle Inclán y Miró, entre otros. En prosa tuvo Valle Inclán quizá al mayor representante. De raíz modernista fue también Antonio Machado y sobre todo su hermano Manuel.
El Modernismo es fue un movimiento que asimila y recoge diversas influencias y caracteres de otros movimientos. No es exactamente antirromántico, aunque se revela contra la frase hecha, el lugar común y la expresión retórica. Si parece reaccionar contra el prosaísmo realista y naturalista. Lo que parece más explícitamente como innovación modernista es la renovación de la métrica. Así, la aparición del endecasílabo dactílico. Se puso en vigor el hexámetro y cierto tipo de rimas (uso de versos monorrimos, alejandrino con nueva cesura y menos metros, que recuerdan la métrica medieval). Se usan versos de todas clases, de 10, 12 ó 15 sílabas. Algunas estrofas adquieren también nuevo carácter, como el soneto, que se construye con versos de 12, 14 y 16 sílabas.
Uno de los recursos más marcadamente impresionistas es el uso de la “sinestesia” o correspondencia de sensaciones, aclamado con Juan Ramón Jiménez.
Al lado de estos recursos de carácter estilístico, apareció también una concepción ideológica de la poesía, que fortaleció la idea del “arte artístico”, es decir, la elevación del concepto de Arte hasta casi considerarlo una religión para iniciados.
En líneas generales se pueden vislumbrar dos grandes etapas del modernismo:
* Culto preciosismo de la forma de tendencia refinadas.
Inclinación hacia el lirismo personal, a la indagación de los misterios de la vida y la muerte y el afán por captar lo esencial y genuino
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